Reinventar la educación tradicional

El control del conocimiento ha sido una activa fuente de poder desde el principio de nuestras civilizaciones. De regímenes militares a escuelas Montessori, los modelos educativos han evolucionado constantemente en busca del balance perfecto.

Ya estamos en 2017, ¿será que ya lo encontramos?

Crecí en ocho países distintos. Mi trayecto académico arrancó con educación de kínder panameña y suiza, se rigió durante muchos (17) años sobre los pilares franceses (con toques colombianos y venezolanos) y terminó con una maestría californiana. En casa, los valores provenían de la idiosincrasia guatemalteca. Hoy en día, diseño contenidos educativos para emprendedores en la Ciudad de México. Educación pública, educación privada, educación en línea, educación bilingüe, educación intercultural… ¿Aprendí algo? Pienso que sí: hablo un par de idiomas correctamente, considero que me enseñaron a cuestionar lo importante y me gusta creer que soy una persona relativamente pensante.

Por otro lado, a pesar de haber sido extremadamente afortunada — y de haber estudiado harto — , hay muchas cosas que nunca aprendí (¡o que nunca me enseñaron!).

No me enseñaron a negociar las prestaciones de mi primer trabajo, a tomar la palabra en una sala llena de hombres o incluso a algo tan básico como llevar mis finanzas personales.

¿Mis insights? Las mismas fallas y la misma frustración por todos lados: accesibilidad limitada, modelos y contenidos anticuados, poca apropiación de herramientas tecnológicas y falta de empoderamiento para los estudiantes.

Además, la estructura rígida y los exámenes estandarizados no parecen encajar con los millennials, la generación que quiere disponer de su propio tiempo — Sir Ken Robinson estudia brillantemente estos paradigmas educativos en su TED Talk.

 

Lo que realmente fue un parteaguas en la historia del acceso a la información fue el mágico mundo de internet. Actualmente, puedes aprender lo que quieras, en el idioma que quieras, a la hora que quieras, desde donde quieras — y, prácticamente, al precio que quieras.

Sin embargo, yo tomé varias clases en Coursera (desde literatura medieval hasta marketing digital)… y no terminé ninguna. ¿Qué me hizo falta? ¿Ganas? ¿Tiempo? ¿Disciplina?

Aparentemente, lo que hizo falta fue un modelo más integrado ya que, según el estudio de MIT-Harvard MOOC (Massive Online Open Courses), ¡únicamente el 4% de los inscritos completa los cursos en línea de estas universidades Ivy League! En Coursera, las cifras son similares (alrededor del 7%).

Reinventar los modelos tradicionales de educación ya no es opcional — y la educación 100% en línea no parece ser la respuesta.

Personalmente, pienso que hay que democratizar la educación, comenzar a satisfacer las necesidades del siglo XXI, apropiarse de las herramientas tecnológicas que tenemos a nuestro alcance y darle muchísima más importancia a la inteligencia emocional.

¿Cómo? Con modelos innovadores que mezclen lo mejor de ambos mundos (el digital y el presencial).